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Pit Bulls: Perros Incomprendidos se Enfrentan a una Lucha Cuesta Arriba Para Cambiar la Percepción Pública

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Cuando uno ve las palabras “Pit Bull” en el titular de un periódico, el pensamiento inmediato suele ser negativo. Estos perros han estado en un lado desfavorecido de los medios por un largo rato, y no parece que vayan a deshacerse de su notoria reputación pronto. Pero, ¿qué es lo que hace de estos perros el blanco de prensa tan negativa?

En toda honestidad, estos son unos de los perros más leales y juguetones que uno puede encontrar, y son fantásticos con los niños. Por un largo rato, fueron conocidos como “Perros Niñeros” en el Reino Unido, y muchos posters de la época Victoriana retrataban a estos animales incomprendidos cuidando a un bebé regordete. Esta imagen está muy lejos del estereotipo sanguinario y feroz con el que se les tacha hoy en día.

Desafortunadamente, estos animales tienen un ligero desajuste en términos de cuerpo y personalidad. Toda esa energía alegre está empacada en un cuerpo sólido como roca, que además tiene el potencial de producir daños severos. Debido a su fuerza y tenacidad, fueron criados históricamente para peleas de perros, y entrenados para ser más agresivos que juguetones. A decir verdad, algunos Pit Bull son más proclives a comportamientos agresivos que un típico Labrador o un Boxer. Sin embargo, pueden ser manejados con facilidad, y estos perros son más que entusiastas sobre mostrar su naturaleza suave subyacente.

Hay numerosos casos de rehabilitación que son testamento de su habilidad de dejar atrás su naturaleza sanguinaria y ajustarse a un ambiente más amigable. Entre uno de los más sonados de dichos casos tenemos la rehabilitación de varios Pit Bulls que fueron retirados de Brad Mews Kennels, el circuito de peleas de perros ilegales que era operado por el quarterback de la NFL, Michael Vick.

Estos perros son sujetos a algunas de las peores prácticas de tortura que los humanos pueden producir. Encadenados y golpeados en el bosque y forzados a pelear para sobrevivir. Estos perros fueron entrenados para matar o morir. Los desafortunados perdedores eran destazados y luego desechados en fosas comunes. Sin embargo, gracias a la indignación del público y un juez severo, se asignaron cerca de 1 millón de dólares para la rehabilitación y adopción de los perros. Estos “ex-asesinos” han ahora encontrado nuevos hogares en escuelas, comunidades de retiro y otras residencias urbanas.

Una de las víctimas de Brad Mews, Héctor, fue adoptado por Roo Yori. Yori es mejor conocido como el guardián de Wallace, el campeón nacional de Frisbee. Héctor ahora pasa sus días jugando con sus compañeros de casa, un Rat Terrier, un labrador negro y un pastor Australiano, en conjunto con la esposa de Yori. Si no fuera por las grandes cicatrices en su pecho, sería difícil imaginar que Héctor fue alguna vez un peleador feroz y mortífero.

Los Pit Bulls tienen una mala reputación, y las generalizaciones son tan malas para estos caninos como lo suelen ser para los humanos. Aún hay mucho trabajo por hacer para cambiar la percepción del público respecto a estos animales mal etiquetados. Los refugios de animales están sobrellenos de Pit Bulls y otros perros que a menudo comparten la misma errónea etiqueta, y no hay tantos hogares que estén dispuestos a adoptarlos. En consecuencia, la mayoría de ellos no sobrevive. Con esperanza, más y más campañas pro-Pit Bulls cambiarán el destino de estas desafortunadas criaturas y abrirán más hogares a la adopción de un sonso, adorable y amigable Pit Bull.

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